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¡EN CAMINO!

¡EN CAMINO! Corría el año 1076 cuando dos abadías de Francia, Marcilhac-sur-Célé y la de Saint–Martin de Tulle empezaron un gran enfrentamiento por la pequeña capilla de Rocamadour .
Tal fue la envergadura de la pelea que el papa tuvo que intervenir dando el poder sobre la capilla a la abadía de Saint- Martín. Además, mediante una bula llevó por primera vez la mención de culto al a Virgen Negra de Rocamadour. Así, poco a poco la ciudad mariana se convirtió en una de las peregrinaciones más famosas de Europa.

Los frailes animados por la mentalidad de la época receptiva a todo lo maravilloso, desarrollaron una reputación de misterio en torno a la peregrinación conjugada con una buena campaña publicitaria. Escribieron un libro de milagros pero sobre todo la comunicación boca-a–boca hizo que los más ilustres personajes de la época llegaran hasta allí.

Era tal el sentimiento por lograr el propósito final de estar en Rocamadour después de mil y una aventuras y peligros por los caminos, que la llegada era una explosión de alegría y de gracias a Dios. Este fue el caso del caballero Bazas que cuando llegó al borde de la roca llevando las vestimentas propias de los peregrinos (el zagalejo, el capote, la caperuza, la esclavina, el sombrero de alas anchas, las alforjas y el palo) se desnudó. Se puso una soga al cuello y se hizo arrastrar como un ladrón por dos de sus compañeros, mientras otros dos le empujaban duramente con escobas.
Cuando entró a la capilla milagrosa la devoción de los allí presentes la inundaba de tal manera que las suplicaciones, los lamentos y los gemidos eran tan fuertes que un fraile tenía que intervenir a bastonazos para restablecer el orden

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