El Sol de la Medianoche
Cuando era pequeña, una vez me contaron un cuento sobre un país de veranos sin noche y de inviernos sin sol. Aunque no sabía muy bien de qué me estaban hablando, en ese mismo instante supe que, si realmente existía semejante lugar, tenía que visitarlo algún día. Poco a poco he ido descubriendo que quien me contó aquella historia se refería, probablemente, al sol de medianoche. Este fenómeno tan curioso se produce dentro del Círculo Polar Ártico, donde, en las noches de junio y julio, no se pone el sol.
El pasado mes de junio, por fin, pude cumplir este sueño. Tomé un avión que me llevó a Finlandia, esa tierra donde antiguamente creían que terminaba el mundo. Después de curiosear por las calles de Helsinki durante dos días, viajé en ferrocarril hasta Rovaniemi, la capital de la Laponia finlandesa.
Mientras cruzaba el país de Sur a Norte, a través de la ventanilla del ferrocarril pude admirar bosques, lagos y más bosques. Y es que los paisajes de Finlandia le dejan a una boquiabierta. La naturaleza es, sin duda, uno de los grandes patrimonios de los finlandeses: es el país europeo con mayor densidad forestal (el 72% de su territorio está cubierto por bosques), y tiene más de 60.000 lagos. Algunos parajes eran tan bonitos, tan tranquilos, tan perfectos... que te daban ganas de caminar durante horas y horas y perderte por ellos.
Poner los pies en esta tierra nórdica fue como entrar en otro mundo, un mundo completamente diferente. No muy lejos de Rovaniemi se encuentra Luosto, en un parque natural fantástico que se extiende a través de más de 3.800 hectáreas. Desde allí se pueden realizar diversas excursiones, para conocer la tierra de los indígenas lapones, llamados Sami, que viven en estas gélidas tierras desde hace miles de años. Las gentes de este pueblo hablan idiomas derivados de la lingüística escandinava, se dedican al pastoreo de renos y todavía visten la misma indumentaria que sus antepasados mediavales. Yo apenas sabía nada sobre este pueblo, y fue muy interesante conocer sus costumbres.
En esta tierra tan diferente probé delicias rarísimas, típicas de la gastronomía finlandesa. El plato lapón más conocido es el guisado de reno con puré de patatas, aunque yo, personalmente, me quedo con sus postres: la laskiapulla (un buñuelo de mazapán y nata) y el postre de camemoros dorados, (hecho con una baya). También tienen dulces muy particulares. Uno de los más típicos es el regaliz. Pero, además del regaliz normal y corriente (llamado lakritsi), los finlandeses adoran el salmiakki, un regaliz duro y fuerte, cubierto de azúcar por fuera, que puede estar relleno con diversas cosas, como pimienta. Es una mezcla de sabores extraña y curiosa, pero que está bastante buena.
Pero volviendo al motivo principal de mi viaje... Os puedo asegurar que desde la montaña Kaunispaa (que significa "Cabeza Bonita") se tiene un inmejorable punto de vista para contemplar el sol de medianoche, con un gran mar de abetos a tus pies. En un lugar tan mágico, sentada en una silla durante toda la noche, pude ver como el sol paseaba por el cielo, rozando el horizonte, sin llegar a ponerse. Allí, perdida en el bosque de una montaña, iluminada por una luz fría y a ratos más débil, disfruté de un espectáculo mágico, relajada, sin agobios ni aglomeraciones de miles de turistas. Es una experiencia muy especial, que no se puede explicar con palabras, y que yo recomiendo a todo el mundo, ya sean personas solas o acompañadas, ilusionadas o desafortunadas, pesimistas o soñadores sin remedio, amigos o amantes... Para todos será algo especial, estoy segura.
Además de contemplar el sol, uno puede disfrutar de estos días sin fin de muchas maneras. De hecho, en la Laponia finlandesa se organizan diversas actividades para acompañar al sol durante estas noches de verano. Yo asistí al Festival de Cine del Sol de Medianoche, un festival peculiar y diferente que se celebra cada año. Por otra parte, quien lo desee también puede participar en el maratón Santa's Artic Circle Marathon, que tiene lugar en julio, o en diversos festivales culturales que acercan a los participantes a las costumbres finlandesas. También se puede disfrutar de estos días realizando excursiones a través de los parajes finlandeses, bien a pie, o bien en mountain bike, y los amantes del riesgo pueden practicar deportes como el rafting a la luz del sol de la medianoche. Entre las propuestas más curiosas, quien lo desee puede pasar sus vacaciones en granjas finlandesas, conviviendo con lugareños, literalmente alejados de la civilización.
Yo disfruté del Sol de Medianoche en Finlandia, pero en cualquier territorio que se encuentre dentro del Círculo Polar se puede ver este fenómeno, ya sea en Suecia, en Noruega, en Canadá, en Islandia o en Alaska. Y en todos estos lugares, con motivo del sol de la medianoche, organizan distintos eventos, desde maratones hasta festivales de rock.
3 comentarios
Juanma -
Un saludo.
Isadora -
Desde luego, en Laponia hay mucho que ver, más allá de los bloques de hielo... Oye, dentro de tres semanas vuelvo a Finlandia, a pasar los primeros días del nuevo año entre nieve y auroras boreales. Si te apetece venir, estás invitada :)
ana -