De safari...¡¡en Santander!!
Muy pocos viajeros abandonan Cantabria sin visitar el espectacular Parque de Naturaleza de Cabárceno, situado a escasos 15 kilómetros de la ciudad de Santander: un inmenso zoológico que se extiende por un paisaje de prados verdes y rocas cársticas. Animales de los cinco continentes campean aquí a sus anchas, prácticamente en libertad.
El Parque de Naturaleza de Cabárceno se acerca al concepto ideal de lo que debería ser un zoológico. Mientras que en la mayoría de estas instalaciones los animales viven agobiados y apáticos, sobreviviendo en reducidas dependencias, en este parque disfrutan de enormes llanuras en la que poder desplazarse y, dentro de lo posible, sentirse libres.
Este milagro se produce en una enorme reserva tan grande como 750 campos de fútbol. El concepto ecológico no se reduce al apacible hábitat de los animales: estos valles se han recuperado medioambientalmente de la intensa y continúa actividad minera, una agresión humana que duró siglos. De hecho, parte del sorprendente paisaje montañoso, formado por afiladas agujas de piedra, es fruto de la incesante acción extractiva que se realizó en estos parajes durante 3.000 años, nada más ni menos que desde la época romana. Pero centrémonos en nuestro safari cántabro.
El recorrido se realiza en el coche del visitante, no hay trenes interiores o autobuses. Nada más entrar, antes de conocer a sus exóticos protagonistas, asombra la belleza del paisaje. El valle lo tapizan docenas de especies vegetales que salpican estos valles montañosos. Prepárate para recorrer un laberíntico paseo por 17 kilómetros de carretera interior, una vía que discurre por los antiguos caminos mineros.
Los animales se distribuyen en 26 escenarios temáticos, agrupados por especies comunes. En este auténtico documental viviente, te deleitarás con un espectáculo formado por animales de todos los rincones del planeta y de nuestra península: hipopótamos, leones, tigres, elefantes, cebras, jirafas, canguros, linces, bisontes, búfalos, avestruces, rinocerontes, hienas, jabalís, lobos ibéricos... toda la fauna que te puedas imaginar, centenares de habitantes desparramados en un gigantesco escenario que recuerda un paraje galáctico. Cada grupo de animales se reparte en extensísimas explanadas, con barreras naturales para evitar la fuga, como profundos socavones o las cumbres y picachos que las rodean. Los altos suelen servir como privilegiados miradores para los visitantes.
Una paradoja de la enorme libertad que producen estas desahogadas llanuras: los animales disponen de tanto espacio libre que, en algún momento, puede que los distingas demasiado lejos, incluso escondidos entre cuevas o piedras. No te sobrarán unos prismáticos.
Sin duda, una las estrellas principales de Cabárceno son los numerosos osos pardos, como los que habitaban estas cordilleras hace siglos, que entusiasman a los niños con sus perezosos movimientos. No es difícil verlos de cerca, ya que algunos se aproximan hasta los miradores.
No descuides el paso por una zona escarpada, situada entre el sector de los mandriles y las hienas. En esta cumbre, si la niebla no lo impide, se vislumbra una perspectiva aérea de la ciudad de Santander y una increíble panorámica de todo el complejo.
El parque es uno de los pocos centros europeos donde nacen con asiduidad todo tipo de ejemplares en cautividad. ¡Vaya, que los animales se sienten como en casa!
El Parque de Naturaleza de Cabárceno se acerca al concepto ideal de lo que debería ser un zoológico. Mientras que en la mayoría de estas instalaciones los animales viven agobiados y apáticos, sobreviviendo en reducidas dependencias, en este parque disfrutan de enormes llanuras en la que poder desplazarse y, dentro de lo posible, sentirse libres.
Este milagro se produce en una enorme reserva tan grande como 750 campos de fútbol. El concepto ecológico no se reduce al apacible hábitat de los animales: estos valles se han recuperado medioambientalmente de la intensa y continúa actividad minera, una agresión humana que duró siglos. De hecho, parte del sorprendente paisaje montañoso, formado por afiladas agujas de piedra, es fruto de la incesante acción extractiva que se realizó en estos parajes durante 3.000 años, nada más ni menos que desde la época romana. Pero centrémonos en nuestro safari cántabro.
El recorrido se realiza en el coche del visitante, no hay trenes interiores o autobuses. Nada más entrar, antes de conocer a sus exóticos protagonistas, asombra la belleza del paisaje. El valle lo tapizan docenas de especies vegetales que salpican estos valles montañosos. Prepárate para recorrer un laberíntico paseo por 17 kilómetros de carretera interior, una vía que discurre por los antiguos caminos mineros.
Los animales se distribuyen en 26 escenarios temáticos, agrupados por especies comunes. En este auténtico documental viviente, te deleitarás con un espectáculo formado por animales de todos los rincones del planeta y de nuestra península: hipopótamos, leones, tigres, elefantes, cebras, jirafas, canguros, linces, bisontes, búfalos, avestruces, rinocerontes, hienas, jabalís, lobos ibéricos... toda la fauna que te puedas imaginar, centenares de habitantes desparramados en un gigantesco escenario que recuerda un paraje galáctico. Cada grupo de animales se reparte en extensísimas explanadas, con barreras naturales para evitar la fuga, como profundos socavones o las cumbres y picachos que las rodean. Los altos suelen servir como privilegiados miradores para los visitantes.
Una paradoja de la enorme libertad que producen estas desahogadas llanuras: los animales disponen de tanto espacio libre que, en algún momento, puede que los distingas demasiado lejos, incluso escondidos entre cuevas o piedras. No te sobrarán unos prismáticos.
Sin duda, una las estrellas principales de Cabárceno son los numerosos osos pardos, como los que habitaban estas cordilleras hace siglos, que entusiasman a los niños con sus perezosos movimientos. No es difícil verlos de cerca, ya que algunos se aproximan hasta los miradores.
No descuides el paso por una zona escarpada, situada entre el sector de los mandriles y las hienas. En esta cumbre, si la niebla no lo impide, se vislumbra una perspectiva aérea de la ciudad de Santander y una increíble panorámica de todo el complejo.
El parque es uno de los pocos centros europeos donde nacen con asiduidad todo tipo de ejemplares en cautividad. ¡Vaya, que los animales se sienten como en casa!
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